¿Porqué es importante hablar de transferencia tecnológica?




En Chile se genera un volumen impresionante de conocimiento científico y tecnológico, proveniente de universidades y centros de investigación en las más diversas áreas. Ese conocimiento queda plasmado en papers, memorias académicas, tesis, y proyectos de investigación que, muchas veces, no logran trascender más allá del mundo académico.

Lo preocupante es que, en no pocos casos, esas investigaciones terminan siendo la base de grandes innovaciones tecnológicas... pero aplicadas en otros países. Es decir, Chile genera el conocimiento, pero otros lo aplican y transfieren, generando impacto comercial y social


Veamos tres ejemplos concretos:

1. Ingeniería de materiales – Nanopartículas de cobre


  • Investigador: Dr. Guillermo Parada (USACH) 
  • Tema: Desarrollo de nanopartículas de cobre con propiedades antimicrobianas.
  • Resultado: Investigaciones publicadas en revistas científicas de alto impacto fueron citadas y replicadas por investigadores en Canadá, Alemania y Corea del Sur, quienes desarrollaron aplicaciones como superficies autolimpiantes, textiles antimicrobianos y recubrimientos hospitalarios.

 Durante la pandemia, algunas empresas en Asia incorporaron nanopartículas similares en mascarillas, pinturas y ropa médica.

Chile generó el conocimiento. Otros lo industrializaron primero.


 
2. Biotecnología – Levaduras nativas para fermentación

  • Investigador: Dr. Jaime Baeza (PUC – INTA)
  • Tema: Aislamiento y caracterización de levaduras nativas chilenas para mejorar procesos fermentativos.
  • Resultado: Estudios base fueron utilizados en Italia y Francia para integrar estas cepas a procesos de vinificación artesanal y fermentación de quesos.

Empresas europeas han patentado variedades similares, aprovechando la evidencia científica generada en Chile.


 3. Agronomía – Estrés hídrico y agricultura de precisión

  • Investigador: Dr. Patricio Acevedo (U. de Talca)
  • Tema: Modelamiento del estrés hídrico en frutales usando sensores remotos e imágenes satelitales.
  • Resultado: Este trabajo fue ampliamente citado por grupos en California, Israel y Australia, que lo utilizaron como base para desarrollar plataformas de riego inteligente y algoritmos de predicción hídrica.

Estos ejemplos evidencian un patrón: Chile está generando conocimiento de frontera, pero con baja capacidad de apropiación y aprovechamiento local. Esto no ocurre por falta de talento, sino porque no existe una cultura ni una estructura suficientemente sólida de transferencia tecnológica que permita traducir estos resultados en valor económico y social, desde el país que los generó.

La transferencia tecnológica, entonces, no es solo una opción deseable: es una necesidad estratégica. Es la forma de retener valor, generar oportunidades de desarrollo, y construir soberanía tecnológica en sectores clave.

Y todo comienza por hacer circular ese conocimiento fuera del laboratorio.

¿Qué es la transferencia Tecnológica?




Cuando hablamos de transferencia tecnológica, no nos referimos únicamente a licenciar una patente o vender una idea. Se trata de un proceso estratégico que busca que el conocimiento generado en universidades y centros de investigación llegue efectivamente a quien puede aplicarlo, escalarlo y convertirlo en impacto.
En términos simples, es el puente entre la investigación y la aplicación práctica.
Transferir tecnología significa movilizar resultados de investigación hacia el sector productivo, social o estatal, ya sea mediante:
  • Licenciamiento de propiedad intelectual
  • Creación de startups de base científica-tecnológica
  • Contratos de colaboración con empresas
  • Servicios tecnológicos
  • Formación de capacidades especializadas
No todo lo que se transfiere está patentado. Hay conocimiento que puede salir al mundo como know-how, algoritmos, software, o incluso como procesos organizacionales innovadores.

Pero para que ocurra una transferencia tecnológica efectiva, deben alinearse varios elementos:
  • Que exista una solución concreta a un problema real.
  • Que haya una contraparte interesada en adoptarla o desarrollarla.
  • Que el conocimiento esté en un nivel de madurez tecnológica suficiente (TRL adecuado).
  • Que la universidad tenga una estrategia clara para proteger, valorizar y transferir ese conocimiento.
Tal como plantea Álvaro Ossa en Del laboratorio al mercado, la transferencia no es automática. Requiere gestión, contexto, redes, estrategia y, por sobre todo, una intención clara de generar impacto más allá de la publicación académica.
En definitiva, la transferencia tecnológica es una vía para que la ciencia no solo se publique, sino que se aplique. Y en ese tránsito, el rol de las universidades es más protagonista que nunca.

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